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Un paseo por Enciso

La grandeza de la Villa de Enciso resulta ligeramente empanada por la fama de su Ruta de los Icnitas, sus yacimientos de improntas de huellas de dinosaurio son famosos en todo el mundo, lo que origina una gran cantidad de visitantes. Hay organizadas un montón de rutas entre los numerosos yacimientos, muchas de las cuales se pueden hacer cómodamente en coche  incluso algunas tiene reproducciones de dinosaurios a tamaño natural pensadas para el publico infantil y no tan infantil. También tiene un Centro de Interpretación para planificar las rutas y las visitas y un estupendo Museo Paleontológico.

Debido a la popularidad de los dinosaurios, se piensa en ella como si no hubiera habido nada más de importancia después de los dinosaurios. Craso error, puesto que desde la Edad Media fue un importante centro textil ya que en Enciso aparecieron los primeros telares, entre otras cosas.

Enciso se encuentra en la comarca de Arnedo, en el Alto Valle del río Cidacos, a 72 km. De Logroño, en lo que se considera la Baja Rioja.

Aparece reflejada en la Edad Media, perteneció a la jurisdicción de los Duques de Medinaceli, tuvo un castillo que perteneció a la Orden de Calatrava, hoy en ruinas, pero lo cedió a Don Vela de Guevara a cambio de sus propiedades de Écija.

En los siglos XVII y XVIII era una villa prospera gracias à la antes mencionada industria artesanal de los telares, además tenia una importante producción ganadera que le aportaba suministros de primera calidad. Hoy en día  quedan diseminados por el territorio los grandes edificios de los telares, como un recuerdo y tan solo las Fabrica de Hilado y Tejidos Marín continúan produciendo las famosas mantas de pastor.

La mayoría de la arquitectura monumental que pervive es de carácter religioso. Enciso tiene dos iglesias, Santa Maria de la Estrella, del siglo XV y la de San Pedro del XVI un conjunto de tres ermitas, la de la Concepción, la de San Esteban, y Virgen del Campo. El Castillo, del siglo X, de origen musulmán y el puente medieval de La Concepción. Y por supuesto el Museo Paleontológico.

Marga G.-Chas Ocaña

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