La primavera en La Rioja es una época preciosa marcada por el florecimiento de los almendros y el estallido de los brotes de las vides. La riqueza de su vegetación, sus variados ecosistemas y climas nos ofrecen muchas posibilidades turísticas.
Si se quiere disfrutar de la belleza natural de La Rioja, basta con acercarse a la Sierra de la Demanda, con sus cimas aún coronadas de nieve. En esta época abundan las setas, níscalos y champiñones y es un objetivo para los aficionados a la micología. Además de las excursiones en la naturaleza para recogerlas, está el aliciente de probarlas en alguna de las riquísimas recetas tradicionales que se sirven en los pueblos de la zona, de hecho durante la primavera, varias de las localidades celebran Jornadas Micológicas, las más populares son las de Pradoluengo, Arlanzón y Salas de los Infantes. También abundan los frutos del bosque que son un complemento de muchas recetas familiares, es tradición recogerlos y probarlos en las recetas de repostería y licores
En la zona de la Rioja Baja, el espectáculo son los almendros en flor, un espectáculo de vida y color en plena naturaleza que marcan el comienzo de la primavera. Desde Arrendó hasta Cervera del Río Alhama, aunque podemos verlos en todo el valle del Ebro.
Hacer un recorrido en coche o en bicicleta por las carreteras comarcales nos dará la oportunidad no solo de contemplar todos estos fenómenos naturales de gran belleza, sino de conocer las localidades y descubrir su maravillas, tanto culturales como gastronómicas y por supuesto enológicas, ya que La Rioja es la tierra del buen vino
El principio de la primavera es el tiempo en el que brotan las vides, sin duda las mayores protagonistas de la agricultura riojana. Además en estas fechas se produce un fenómeno natural único y muy curioso, la llegada de los primeros calores provoca que las vides comiencen su ciclo de crecimiento haciendo que la savia brote por los sarmientos podados durante el invierno, por eso se dice que las vides “lloran” de alegría ante la llegada de la primavera.
Marga G.-Chas Ocaña