Una de las celebraciones de la Semana Santa más tradicionales y llamativas para el turismo en Cáceres, Extremadura y más extrañas y ancestrales de toda España es la de “Los Picaos” de San Vicente de la Sonsierra.
Los “Picaos” son los Disciplinantes de la Cofradía de la Santa Veracruz de San Vicente, es un grupo de penitentes voluntarios que procesan en los Víacrucis del Jueves y Viernes Santo y que se autoflagelan públicamente la espalda con una madeja de algodón que sujetan ambas manos.
La tradición de los Picaos se remonta –por lo menos- al siglo XV, siempre ha estado ligada a la Cofradía de la Santa Veracruz, que en sus estatutos de 1554 ya recogía la ceremonia de los Picaos, considerada en aquel entonces como tradicional. La Iglesia Católica le profesa una gran veneración, concediendo indulgencias a los penitentes, y aunque varias veces se ha prohibido públicamente, la prohibición no ha tenido éxito, ya que se ha seguido practicando en privado. En los últimos años fue considerada primero de Interés Turístico Regional y actualmente, declarada de Interés Nacional.
No todo el mundo puede ser un Picao, hay que cumplir una serie de requisitos y tampoco puede flagelarse de cualquier manera, hay unas normas. De entrada, para disciplinarse hay que ser varón, mayor de edad y disponer de un certificado de su párroco, que acredite “su sentido cristiano y su buena fe”, luego se le asigna un acompañante de la hermandad como guía durante la penitencia.
El rito tiene lugar durante las procesiones, se realiza de forma anónima, puesto que todos los penitentes van vestidos con un hábito blanco y con la cabeza cubierta por un capirote. Cada disciplinante realiza su penitencia como ofrenda ante un paso en concreto, el más popular es el de la Virgen de los Dolores, popularmente conocida como “La Dolorosa”. El momento de la ofrenda lo escoge el propio disciplinante, entonces se arrodilla para orar y al finalizar, su acompañante le deja la espalda al descubierto para la autoflagelación con una madeja de algodón que –sujeta con ambas manos- es arremetida rítmicamente contra la espalda por encima de los hombros, cada vez por un lado hasta que su piel muestra signos de hematomas (suele durar unos 20 minutos y se propinan entre 800 y 1000 golpes). En ese momento, el penitente es pinchado tres veces en cada lado de la espalda por el cofrade acompañante hasta que brota la sangre, no para aumentar el sufrimiento sino para evitar molestias posteriores.
Las fechas de la Semana Santa en las que se realizan actos con disciplinantes son las dos procesiones del Jueves Santo: la de la Santa Cena ( a las 19:30) y la de la Hora Santa (23:00) las dos del Viernes Santo: la procesión del Víacrucis (11:30) y la del Santo Entierro (20:30). Además de estas ocasiones, los Picaos pueden verse el 3 de mayo si es domingo (si no el domingo siguiente) en la festividad de la Cruz de Mayo y en la Cruz de septiembre, el día 14 si es domingo (si no, el siguiente).
Marga Chas Ocaña
Una de las celebraciones de la Semana Santa más tradicionales y llamativas para el turismo en Cáceres, Extremadura y más extrañas y ancestrales de toda España es la de “Los Picaos” de San Vicente de la Sonsierra.
Los “Picaos” son los Disciplinantes de la Cofradía de la Santa Veracruz de San Vicente, es un grupo de penitentes voluntarios que procesan en los Víacrucis del Jueves y Viernes Santo y que se autoflagelan públicamente la espalda con una madeja de algodón que sujetan ambas manos.
La tradición de los Picaos se remonta –por lo menos- al siglo XV, siempre ha estado ligada a la Cofradía de la Santa Veracruz, que en sus estatutos de 1554 ya recogía la ceremonia de los Picaos, considerada en aquel entonces como tradicional. La Iglesia Católica le profesa una gran veneración, concediendo indulgencias a los penitentes, y aunque varias veces se ha prohibido públicamente, la prohibición no ha tenido éxito, ya que se ha seguido practicando en privado. En los últimos años fue considerada primero de Interés Turístico Regional y actualmente, declarada de Interés Nacional.
No todo el mundo puede ser un Picao, hay que cumplir una serie de requisitos y tampoco puede flagelarse de cualquier manera, hay unas normas. De entrada, para disciplinarse hay que ser varón, mayor de edad y disponer de un certificado de su párroco, que acredite “su sentido cristiano y su buena fe”, luego se le asigna un acompañante de la hermandad como guía durante la penitencia.
El rito tiene lugar durante las procesiones, se realiza de forma anónima, puesto que todos los penitentes van vestidos con un hábito blanco y con la cabeza cubierta por un capirote. Cada disciplinante realiza su penitencia como ofrenda ante un paso en concreto, el más popular es el de la Virgen de los Dolores, popularmente conocida como “La Dolorosa”. El momento de la ofrenda lo escoge el propio disciplinante, entonces se arrodilla para orar y al finalizar, su acompañante le deja la espalda al descubierto para la autoflagelación con una madeja de algodón que –sujeta con ambas manos- es arremetida rítmicamente contra la espalda por encima de los hombros, cada vez por un lado hasta que su piel muestra signos de hematomas (suele durar unos 20 minutos y se propinan entre 800 y 1000 golpes). En ese momento, el penitente es pinchado tres veces en cada lado de la espalda por el cofrade acompañante hasta que brota la sangre, no para aumentar el sufrimiento sino para evitar molestias posteriores.
Las fechas de la Semana Santa en las que se realizan actos con disciplinantes son las dos procesiones del Jueves Santo: la de la Santa Cena ( a las 19:30) y la de la Hora Santa (23:00) las dos del Viernes Santo: la procesión del Víacrucis (11:30) y la del Santo Entierro (20:30). Además de estas ocasiones, los Picaos pueden verse el 3 de mayo si es domingo (si no el domingo siguiente) en la festividad de la Cruz de Mayo y en la Cruz de septiembre, el día 14 si es domingo (si no, el siguiente).
Marga Chas Ocaña