Aunque el Monasterio de Suso es el más antiguo de los dos, el Monasterio se Yuso no se queda atrás en importancia.
Cuentan que el 29 de mayo 1053, el rey Gárcía Sanchez III de Navarra, “el de Nájera” para los amigos, quiso trasladar los restos de San Millán, del que era muy devoto a Sta. María la Real, recién construida, pero al llegar al llano los bueyes que tiraban de la carreta con los restos se negaron a seguir camino, lo que se interpretó como una negativa milagrosa del santo, así que el rey mandó construir en ése emplazamiento un nuevo monasterio al que se llamó de San Millán de Yuso (de abajo).
El Monasterio de Yuso fue uno de los más influyentes de la época medieval. Aunque de estilo románico en su origen, fue totalmente demolido y reconstruido en el siglo XVI en el estilo herreriano de la época aunque tiene influencias de varios estilos ya que ha sufrido remodelaciones con el paso del tiempo. De grandes dimensiones, se le conoce como “El Escorial de La Rioja”.
Hoy en día alberga la sede de la Fundación que con su mismo nombre se dedica a la conservación del patrimonio y a la investigación, documentación y divulgación de los orígenes de la Lengua Castellana y un Museo que alberga gran cantidad de obras de arte, aunque lo más importante es el conjunto formado por la Biblioteca, conservada exactamente igual desde el XVIII y el Archivo, de los mejores de la España monacal, con más de 300 ejemplares, algunos de ellos rarezas bibliográficas de inestimable valor.
Por todo ello, San Millán es mucho más que un conjunto arquitectónico singular, más que unas glosas en romance, que un archivo o una biblioteca, más que el lugar en que desarrolló su vocación y escribió Berceo y donde se halla su sepulcro. El verdadero tesoro que encierran estos Monasterios es, precisamente, un patrimonio lingüístico.
Ambos monasterios, Suso y Yuso, fueron declarados por la UNESCO Patrimonio de La Humanidad en 1997.
Marga G.-Chas Ocaña
